Los Paisajes de la Mente
En recuerdo a Mati Klarwein

    En 1962 Mati Klarwein elaboró el minucioso lienzo al óleo que tituló Anunciación, y que fue utilizado por Santana en 1970 para ilustrar la portada de su célebre disco Abraxas. De este álbum se realizaron millones de copias, hecho que llevó a Mati a sentenciar con elaborada ironía: "Debo ser el pintor desconocido más famoso del mundo". Y efectivamente: pocas personas fueron conscientes del nombre del artista que pintó el cuadro, pero a su vez la riqueza descriptiva, las dos figuras femeninas, el colorido y la multiplicidad de historias y paisajes están en la mente de muchas personas –incluso aquellas que nunca escucharon la música de Santana-.

 

    Este y otros famosos cuadros, el anonimato de su persona, su sincrético sentido del humor, la capacidad de trabajo y el interés por lo místico a la vez que pequeñas cosas de la vida, forman un retrato esquemático de Mati, que nació el año 1932 en Hamburgo, Alemania, y nos dejó, aquejado de un cáncer, el 7 de marzo del 2002 en Deià, Mallorca, dónde residía de forma permanente desde 1985. A lo largo de su vida Mati vivió en diversas ciudades; ya a los dos años de edad se trasladó con sus padres, judíos de origen alemán y ruso, a Palestina, tras el ascenso del nacionalsocialismo en Alemania. Una vez allí se instalaron en Jerusalén, ciudad en la que su padre, arquitecto de profesión, llevó a cabo el proyecto el actual parlamento del Estado Israelí. A los 17 años Mati se marchó a París, harto, según él, de ver como las tres religiones monoteístas se disputaban la posesión de la histórica ciudad. A raíz de este permanente enfrentamiento, y sin haber recibido una educación religiosa ortodoxa, Mati substituyó la idea de la religión por la de espiritualidad, decidiéndose por un sistema abierto en el que cada cual optara por su propia vía, aprendiendo a la vez de su vecino. Y de aquí partió, seguramente, la idea de encabezar su nombre de pila con el término Abdul, que durante varios años apareció en la autoría de sus pinturas.

    Una vez en París Mati se interesó por la dirección de películas de cine, pero finalmente no pudo entrar en la academia de arte cinematográfico por no tener el bachillerato terminado. Siendo aficionado al dibujo desde pequeño empezó a pintar, sintiéndose cada vez más atraído por la pintura renacentista y por la de los maestros flamencos, que pudo apreciar y admirar en sus posteriores viajes por España, Holanda e Italia. En la Riviera francesa también conoció al que sería su maestro en el arte de la pintura: Ernst Fuchs. De él aprendió una técnica que empleó en todas sus pinturas, que consiste en mezclar témpera con caseína a las pinturas al óleo, método que permitió a Mati alcanzar este detalle y filigranismo que encontramos en todos sus cuadros. De Fuchs, al que siempre recordaba, dijo: "Después de Salvador Dalí y el Bosco, es el pintor más psiquedélico de todos".

    Y esto trae a colación la categorización de los pintores en un grupo u otro, por ejemplo, el de ‘psiquedélicos’. Este es un calificativo siempre planeó sobre la obra de Mati allí donde esta fuera percibida. El hiperrealismo de sus pinturas, los colores luminosos, el detalle minimalista y los paisajes de luz cristalina llevaron a muchas personas a preguntar al artista si tomaba ‘drogas’ para realizar sus pinturas. Pero Mati atribuía esta estética al espíritu de la época, no al empleo personal de psiquedélicos. Cuando llegó a Nueva York, a principios de los 60, al ver las pinturas de Mati el ubicuo Tim Leary sentenció: "¡Tu no necesitas tomar psiquedélicos!". Y de hecho era así: los primeros lienzos visionarios del pintor fueron realizados antes de probar estas sustancias que profundizan y expanden la percepción. "Las probé luego, porqué sentía curiosidad de tanto escuchar que mi arte era ‘psiquedélico’", comentó con sorna Klarwein.
   

    Y esto era lo mismo que quiso testimoniar el artista cuando nos encontramos por primera vez. Me había citado en la casa que su esposa Laure tiene en Barcelona, para que recogiera unas copias de un libro con pinturas suyas, y que yo deseaba incluir en el catálogo de una librería que diseño de forma artesanal en Internet. Aproveché la ocasión para transmitirle una invitación para participar en las IV Jornadas sobre E.A.C., Arte y Creatividad, que organizaba Fericgla en Barcelona durante la primavera del año 2000. Si bien la posibilidad de ofrecer el libro por Internet le resultaba atractiva, pues veía en ella la oportunidad de dar a conocer su obra –casi todos sus cuadros están en colecciones privadas-, el asunto de participar como ponente en las Jornadas le parecía más remoto. "¡Yo no tengo nada que decir! Pero si no utilizo sustancias para pintar, mi arte no viene de estas fuentes...", era la única frase que obtenía por respuesta. A pesar de mi insistencia, de abordar el tema por un lado u otro, las respuestas no afluían... Pero lo que podría haber sido un encuentro furtivo, se transformó de la forma más natural en una invitación a que me quedara para la comida, que consistía en una gran variedad de recetas a base pasta y de verduras frescas, aliñadas y condimentadas de mil y una maneras. En una casa en la que se hablaban varias lenguas a la vez (inglés, francés, castellano y alguna palabra en alemán), en la que no paraban de aparecer personas y en la que yo no era más que un recién llegado, procuré hablar poco. Recuerdo que en esos tiempos yo estaba interesado por Etiopía, su cultura cristiana y judía, y Mati me sorprendió comentándome que en su casa de Mallorca tenía unas ilustraciones coptas, con textos de raíz hebrea que casi podía entender. Entre las personas acabaron por hacer acto de presencia se encontraba Jill, la musa de color que aparece en los cuadros de Mati Anunciación y Natividad, y que por aquellos días se encontraba de vacaciones por Francia y España. A la sorpresa de haber sido invitado a la comida se añadió la de esta entrada, que a pesar del titulo de los cuadros de Mati, a mí me pareció una auténtica Aparición.

    Al final de la comida me sentí obligado insistir en mis propósitos y cometidos iniciales. Solventado el tema de los libros, insistí en lo de las Jornadas. Aunque Mati seguía evitando el tema de forma recurrente, quizás mi juventud acabó por decidirle acerca de mi inocencia. Y decidió así responderme con una anécdota, evitando de esta manera hacer discursos teóricos y dar unas explicaciones que quizás había hecho ya mil veces. Recordó una exposición de pinturas que hizo en una ciudad andaluza, hacía unos años. En el acto de presentación, presidido por el alcalde de la ciudad, un periodista preguntó a Mati si acostumbraba a tomar ‘drogas’ cuando pintaba sus lienzos. Mati, consciente del estado de nerviosismo en el que entró el alcalde, optó por responder a la pregunta del indiscreto reportero de forma afirmativa y reversible: "Sí, claro. Antes de empezar a trabajar en una tela tomo tres cafés bien cargados; entonces me pongo a pintar". Seguidamente se produjeron las risas del público, el desconcierto del periodista y el suspiro de alivio del alcalde.

    Un poco asustado por el inmimente fracaso de mi labor de mediador, procuré promocionar el evento de la mejor manera que pude. Le comenté que Alex Grey, un pintor estadounidense a quien Mati había conocido unos años atrás en Italia, estaría también presente en las Jornadas, y que estaba deseoso de encontrare con él. Esta posibilidad parecía más atractiva a Mati, y sin presionarle mucho dejé que su reluctancia inicial se tornase en ilusión de reencontrarse con antiguos conocidos.

    Un poco sorprendido por la reticencia a hablar de los psiquedélicos y el arte, mientras paseábamos por la calle pedí a Mati si creía que las sustancias visionarias tenían alguna utilidad, no necesariamente en el arte sino en cualquier otra faceta de la vida de las personas. Alejados del obsesivo tema artístico y de su propia manera de trabajar, Mati accedió a conversar un poco sobre ello. Poco inclinado a las exposiciones teóricas, me señaló a un grupo de personas que se encontraban aglomeradas para entrar a una función musical, engalanadas todas y luciendo sus mejores vestidos mientras permanecían estoicas a la apertura del recinto. "Los psiquedélicos podrían servir a las personas para aprender un poco de sí mismas, para ver qué es lo que vale realmente la pena y qué es lo que resulta innecesario. El mundo parece estar volviéndose loco: cada vez se dedican más energías y esfuerzos para conseguir cosas inútiles, cosas que no aportan nada a la calidad de vida de las personas. Mira a esa gente: ¿crees que se lo están pasando bien? ¿No estarían mejor en su casa, leyendo un libro, conversando con unos amigos o comiendo simplemente unas tostadas con queso?"

    Al despedirnos ofrecí a Mati una copia del artículo de Wasson sobre su encuentro con María Sabina, visita que aconteció después de que el poeta Robert Graves, afincado en Deià cerca de la casa de Mati en Mallorca, enviara a los Wasson la referencia a un artículo de Schultes sobre rituales fúngicos en el pueblo oaxaqueño. Sin mostrar mucho interés por los detalles del artículo, Mati observó jocoso la portada de la revista, en la que aparecía a gran tamaño la foto de un humorista francés mientras que en letras pequeñas se mencionaba el artículo de Wasson. "Curiosa la importancia que dedicaron a cada cosa", murmuraba sonriendo para sí el pintor.

Imágenes
Pinturas de Mati Klarwein

    Esa noche, en mi primer encuentro con Mati, tuve una profunda impresión de haber encontrado una persona singular. A pesar de que muchas personas, al ver las pinturas de Mati, juzgarían que el autor debería ser una persona pintoresca, excéntrica, especialísima y de una originalidad sin fronteras, yo conocí a una persona que a sus 67 años aparecía como un alérgico a lo grandilocuente pero a la vez se interesaba por los pequeños sabores reales de la vida; era un escéptico ante la retórica pero no un indiferente a las cosas que acontecían. Era, a la vez, una persona sensible y sincera, observadora, callada e irónica que, como los sabios, no acababa de tomarse en serio a sí misma.



    A pesar del esfuerzo de Mati por distanciarse de los psiquedélicos ("a un artista debería juzgársele por su obra, y no por las sustancias que tome o deje de tomar"), algunos de sus lienzos no dejan de tener relación con las experiencias visionarias; así su Paisaje descrito nació de una reelaboración de otro cuadro suyo tras la primera experiencia con ácido, acontecimiento que Mati narra en un escrito titulado El Santuario Aleph. En este primerizo encuentro Mati también vivió la revelación de algo que llevaba dentro y que ya había aflorado en sus anteriores lienzos: a saber, que en el collage de este mundo, todas las cosas, cada una de las piezas, se encuentra en su sitio; "cada hoja, cada ola, cada guijarro brillaban con la absoluta convicción de encontrarse exactamente en el lugar apropiado. Mi primera experiencia lisérgica fue puramente «lo que es, es»"; y de aquí el juego de dejar que los opuestos, aparentemente irreconciliables, se mezclen y convivan en sus lienzos. Pero quizás la principal relación que Mati tuvo con el mundo de la psiquedelia fuera la notable cantidad de personajes que conoció de ese entorno, como el músico Jim Hendrix, Richard Alpert o el mismo Graves. Sobre ellos lo que le gustaba era narrar y explicar anécdotas, que era la forma de Mati para alejarse de los retratos abstractos y aprovechar a la vez su capacidad de síntesis y de sacar partido a situaciones pintorescas, divertidas o contradictorias. Este humor, resultado de yuxtaponer situaciones opuestas, creando una chispa que muchas veces unía lo divino con lo terrenal, también estaba presente en los textos que escribía como complemento a sus pinturas, y que imprimía en los libros de recopilación de las mismas.

Imágen de Claudia Müller

    En el corazón de muchas personas que le conocieron, Mati dejó el recuerdo cálido de una persona noble y atenta, insondable en los silencios y ocurrente en las observaciones, interesada en lo que acontecía en el mundo y a la vez entristecida por la creciente destrucción de la belleza. Su obra, llena de luz y colorido, detallista y de una nitidez calideoscópica, llena de energía femenina, planeó siempre entre la dimensión espiritual y lo terrenal, creando y uniendo mundos, asomando siempre en ella el aspecto bromista del trickster cósmico.

Muscimol    

 

Librería Muscaria (página de Mati Klarwein)

Página personal de Mati klarwein
en Librería Musaria

Libros del Autor

Mil Ventanas (Mati Klarwein)Paraíso perdido y reencontrado
Recopilación conmemorativa de la obra pictórica, narrativa y musical de Abdul Mati Klarwein, un pintor visionario que vivió durante largos años en Mallorca. Este precioso libro recoge gran parte de las pinturas que Mati realizó desde los años 50 hasta entrado el siglo XXI. Bellamente encuadernado, tiene numerosos textos del autor y de personas que le conocieron, así como un CD con música y narrativa de Klarwein.
Mil Ventanas (Mati Klarwein)Mil Ventanas
Libro de pinturas visionarias acompañadas de un texto que está entre la filosofía y la poesía, entre la ironía y la profundidad del sentir, del contrasentido al sinsentido y de éste al interrogante del ser.
Cuadros Reciclados (Mati Klarwein)Cuadros Reciclados
Libro con pinturas acompañadas de textos ingeniosos acerca de las mismas. Se trata de pinturas que el autor elabora, y prolonga, a partir cuadros que adquirió en mercados populares de arte. Juegos visuales, conceptuales y de palabras.

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