ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE

   Primero fue San Luís de Potosí, luego Lleida, y ahora la expedición ha llegado a la ciudad de San Francisco. La peculiaridad de esta tercera edición del congreso sobre plantas enteógenas era que ofrecía homenaje a tres eminencias: Richard Evans Shultes, Albert Hofmann y Bo Holmstedt. 

Golden Gate Bridge

 
     Si el evento de la ciudad de Lledia tomaba el título de II Congreso Internacional para el Estudio de los Estados Modificados de la Conciencia, aquí, para la ocasión, decidieron bautizarlo con el nombre de Enteobotánica —Cienca de las Plantas Chamánicas—.

     El proemio inaugural lo sirvió Jonathan Ott, dándole el nombre de Los Paraísos Naturales —en contraposición a los Artificiales de Charles Baudelaire—. Considerar algunas plantas y las experiencias que su consumo induce como algo que no pertenece al reino de lo nartural, como algo amenazante que cabe extraditar de nuestras mentes, como algo distinto de nuestro Ser, conduce y mantiene al ser humano en un estado incomunicado de la consicencia —útil quzás para la conceptualización del la racionalidad—, pero que lo aisla de la Naturaleza a la que siempre ha pertenecido. La separación entre personas y plantas, entre racionalidad y experiencia mística, entre Natural y no—natural, convierte al individuo en un extraño de sí mismo. ¿Seguirá siendo la naturaleza aliena a sí misma?

     Expuesto esto, pasamos a las otras conferencias. Los representantes ibéricos fueron J.M.Fericgla y Antonio Escohotado. Escohotado presentó una compilación de sus anteriores intervenciones públicas, llevándose una ovación en aquel punto en el que dice que el tráfico organizado de estupefacientes es a veces indistinguible de las redes de policía que también se dedican a distribuir material adulterado en las calles de algunas ciudades.

     La lectura de J.M.Fericgla no podía ser más genuinamente europea y en concreto mediterranea. Hizo un repaso a todo tipo de enteógenos y embriagantes utilizados en la cuenca que dio nacimiento a la cultura occidental.

     Peter Furst —autor del original título del libro Alucinógenos y Cultura— nos obsequió con el relato de su primer encuentro con el mundo mágico de la mente. Después de recorrer Centroamérica por algún tiempo, alguien le sugirió que no llegaría a entender nada de la cultura Huichol hasta que no conciera la experiencia de su sacramento; en el peyote estaba la semilla de su sistema cultural, de sus símbolos y sus valores. En la siguiente expedición que izo decidió probar el cactus mágico. Cuando la planta maestra surgió efecto, Peter Furst se sintió un poco extraviado, comentando a su compañera de trabajo de campo —que también había ingerido la planta maestra—: Oh, que amargo, encontrarme aquí tumbado en este suelo duro, con náuseas y ganas de vomitar, mientras que tu te hallas en ese espacio extraordinario lleno de paz y con esa luz maravillosa...

     La presentación que a mi más me impactó fue la de Giorgio Samorini. Llegó sin papeles y sólo con unas diapositivas bajo el brazo —todas de setas— que venían de la India, Algeria, Grecia y libros medievales de toda Europa. En las proyecciones de la India aparecieron unos monolitos gigantes, con forma de hongo, aproximadamente de un metro de altura y con formas que recordaban más a una amanita muscaria que a qualquier otra cosa. De Algeria trajo las dos representaciones de figuras humanas milenarias con testas fúngicas, conocidas ya de hace unos años. En Grecia apareció por fin el hongo al que hace referencia R.Graves en su juego de palabras con la etimología de la palabra Kykeon (la hipótesis sobre los misterios eleusinos quedaría quizás en un orígen fúngico y una maduración ergotística). Por encontrar, este hombre ha encontrado representaciones figurativas de setas hasta en Rusia. Pero en los libros cristianos había quizás la sorpresa más grande —dado que ya se conocía desde hace algunos años el interés de las culuturas antiguas por los enteógenos—. Aun que hace unos años se había descubierto la representación de Eva al lado de una Amanita muscaria en un bello fresco de una iglesia romànica francesa, la aparición de ilustraciones de una Cruz formada por tres hongos psilocibios és para mi algo más que alucinante: en la socidead católica cabía esperar la desaparición de todo rastro de enteógenos —siendo reemplazados por el aislador de la conciencia que se obtiene de la fermentaicón de la uva—. El dibujo más divertido estaba formado por tres setas que dibujaban una cruz, con Eva a un lado, Adan al otro y la serpiente por en medio. La cabeza de una de las setas faltaba, habiéndose trasladado presumiblemente a la barriga de los esposos. En la ilustración, que representa el momento en que dios pregunta a los ex—simios por lo sucedido, Adán aparece señalando a su compañera, y Eva, en un gesto de pura transitividad, señala al réptil sacándose también las culpas de encima. La serpiente ya no sabe qué decir —Ernst Jünger dice que pretendía ayudar a los hombres, como Prometeo—.

     Otros conferenciantes fueron: Kary Mullis —un premio Nobel de Química loco—; Johannes Wilbert —el investigador del uso chamánico del tabaco (y en quien Ott tiene depositadas todas sus esperanzas para combatir fumadores tipo Malboro o Camel)—; Rob Montgomery —una persona que se enamoró de las plantas enteógenas cuando veinte años atrás vino a San Francisco para asistir a otra conferencia enteógena—; Deborah Mash —disertando sobre el uso terapéutico de la ibogaina—; Eduardo Luna —que aseguró que a los tres meses de iniciar un entrenemiento chamánico empiezan a suceder cosas—;Dennis McKenna —desvelador de la farmacologia del Ayahuasca—; James Callaway —con una sencillez i simplicidad que encandila al público más reaccionario—; Sacha Shulgin —que nos mostró que con la mágia de sus alabeantes manos había suficiente para montar y desmontar moléculas en el aire—; Jochen Gartz —investigador psilocíbico de la antigua Alemania del Este que tuvo que estudiar ruso durante onze años—; Stacy Shaefer —que conduce la investigación del uso del peyote entre las mujeres huicholes embarazadas—; y Christian Rätsch —abanderado en alemania—.

     Aunque A.Hofmann y R.E.Shultes fueron invitados al congreso, al final no pudimos disfrutar de su presencia. Albert Hofmann envió un par de escritos, uno en homenaje a Shultes y otro en recuerdo de Aldous Huxley. Como que esta última presentación era el que había de cerrar el congreso, al faltar Hofmann se tomó la decisión de invitar a otro orador. La persona invitada era el autor de un libro en homenaje a Evans Shultes —al mismo tiempo que alumno suyo—. Un torrente de palabras, vitalidad y emotividad recorrió la sala, transportando la mente del público hasta las selvas amazónicas donde el ayahuasca nace y dando por cerrada esta tercera edición del congreso sobre las plantas maestras.

     No deja de ser curioso que esta nueva edición del congreso de los nombres cambiantes se haya celebrado en San Francisco, epicentro de la cultura hippy durante los años sensenta. Si la primera parte del redescubrimiento de los enteógenos consistió en una celebración colectiva del el reencuentro de las personas con la Naturaleza, en esta segunda fase abierta en los años noveinta parece que el interés se dirija a un estudio más individual y silencioso de estos catalizadores de la mente. Esta investigación quizás está representada por el aprendizaje del autoabastecimiento de este tipo de sacramentos (que tiene la ventaja, para los políticos y para le gente normal, de que permite la reflexión previa a la experiencia y limita la velocidad de las novedades). En realidad, creo yo, aún cabe esperar una tercera fase en la que el estudio se dirija a la utilización y adaptación de estas platnas a occidente —al mismo tiempo que de occidente a estas plantas—.


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